Aprovechando una escapada a Madrid, un amigo me aconsejó visitar el «puesto callejero» que David Muñoz, chef de DiverXO, con 2 estrellas Michelín, había abierto en el ático de El Corte Inglés de Callao. Han transformado la 9ª planta de este centro comercial en una «calle» donde, por un lado poder comprar los productos típicos de El Club del Gourmet y, por el otro, degustar un sinfín de comidas de diferentes nacionalidades. Pizzas, tacos mejicanos, comida oriental y al vapor, hamburguesas de calidad, ostras…
En el StreetXO podemos probar 8 platos (no hay más) de la cocina de fusión que David Muñoz viene realizando en su restaurante. El precio no está mal, teniendo en cuenta de lo que se trata. Entre 8 y 14 euros por ración, que se pueden compartir entre 2 e incluso 3 amigos.
El local es una barra en forma de «U» con la cocina en el centro. No hay camareros, sino 5 o 6 cocineros que se encargan de tomar el pedido, preparar la comida y emplatar delante del cliente, contando cómo está hecho el plato y cómo se debe comer (una explicación a toda velocidad, contagiada por el frenesí allí reinante). Y con música un tanto cañera para que el ánimo no decaiga.
La carta es una hoja con el nombre del local y los diferentes platos que podemos encontrar… y una advertencia final: que nadie se lleve la carta.
El primero en salir: gambas al vapor en ajillo de pollo (dentro del wonton) con mayonesa de ajo negro (la ponen en un vasito que no se ve en la foto y la hacen en sifón de espumas, con tinta de calamar). Arroz salvaje inflado y cilantro.
Espeto de pollo pequinés hecho a fuego muy lento y con un último golpe de fuego vivo para tostarlo por fuera y darle aroma ahumado. Añaden copos de bonito seco y un salsa de yogur hecha con fruta de la pasión y 5 especias chinas (es el nombre de una mezcla muy típica).
Saam de panceta ibérica a la brasa con mejillones en escabeche, shitakes encurtidos, salsa sriracha (la roja) y salsa tártara (la blanca). Te lo presentan «desmontado» y tú lo tienes que preparar usando como envoltorio una hoja de lechuga. Añaden hojas de menta y albahaca para aromatizarlo todo (resulta increíble la combinación)
«Chilli Crab» (cangrejo picante), con pimentón y chipotles (un tipo de chile). La salsa se reduce usando un Palo Cortado (vino generoso). Cebollitas y cilantro. Se rechupetean las patas, se come el interior del caparazón, se moja un mantou (panecillo chino hecho al vapor, que a nosotros se olvidaron de ponernos) y luego se termina la salsa (espectacular) a cucharadas.
Otra delicia: cocido Hong Kong-Madrid con tamarindo al carbón. Taro y chiles escabechados. Un ejemplo de la fusión (que no confusión) que reina en el lugar.
La cuenta, para que estéis avisados. Si se te va la mano con la cerveza, la cosa sube. Pero por la experiencia, merece la pena.
Y las vistas son espectaculares. Solo falta Santiago Segura descolgándose por el cartel de Schweppes («el día de la bestia«).
Una última advertencia: no hay mesas ni taburetes donde sentarse, a menos que lo hagas en las que están disponibles cerca de la cristalera. No está prohibido. No hay camareros que vayan a echarte. Pero se pierde el concepto de «callejero».
Que buena pinta, pensaba que solamente había una hamburguesería gourmet, habrá que darse una vuelta por allí arriba.
Merece la pena dar una vuelta. Hay unos cuantos sitios donde comer, todos diferentes.saludos.