Como hacer cerveza en casa (parte 2)

Si os acordáis de la primera parte de este artículo, habíamos dejado a nuestra cerveza fermentando tranquilamente. Ha pasado ya una semana desde el inicio de la fermentación y no observamos actividad en la trampa de aire, pero para estar seguros de que la fermentación está en el punto que queremos, vamos a tomar una muestra de la cerveza el día antes de embotellar.
 
Tenemos 1014
Mediremos la densidad de esa muestra y anotaremos el valor obtenido, que estará entre 1016 y 1010 más o menos. A las 24 horas volvemos a tomar una muestra y comprobamos de nuevo la densidad. Si no ha variado desde la toma anterior, está todo listo para pasarla a las botellas. Si observáis cambios significativos, aún debe fermentar un par de días más.

 

Ahora ya tenemos datos suficientes para calcular el porcentaje de alcohol de nuestra cerveza. Debemos aplicar esta fórmula: (densidad inicial – densidad final) / 7,45 = volumen de alcohol. En nuestro caso: (1036 – 1014) / 7,45 = 2,6%

 
Para embotellar vamos a usar la segunda cuba de nuestro kit. Pasaremos el mosto de la cuba de fermentación a la de embotellado para asegurarnos que no pasan levaduras muertas, que se han sedimentado en el fondo del barril. Pero lo primero, como hicimos al principio, es desinfectar todo el equipo que va a «tocar» nuestra cerveza. Eso incluye a todas las botellas y chapas necesarias para la cantidad de líquido disponible.
 
Desinfectándolo todo
 
 
 
Secando el material
Nosotros llenamos la cuba de embotellado con 5 litros de agua y añadimos 20 gramos de Chemipro Oxi. Removemos bien y lavamos el cubo por dentro, el tubo de goma que usamos para trasvasar la cerveza, la válvula de embotellado, las chapas, etc… Para las botellas, llenamos la primera con el líquido desinfectante, esperamos 4 o 5 minutos y, con un embudo, pasamos el agua a la sigiuiente botella. Luego las ponemos a escurrir boca abajo.
 
Vamos pasando el líquido desinfectante de una botella a otra…
 
 
 

Para que se produzca la magia de la carbonatación, necesitaremos aportar más azúcar al mosto. Aún quedan algunas levaduras «durmientes» en la cerveza que despertarán con esa nueva inyección de azúcares. Es lo mismo que pasaba en la primera fermentación, pero ahora, al estar la botella cerrada, el CO2 no podrá escapar y favorecerá esa carbonatación necesaria para que nuestra cerveza tenga burbujitas.

 

Cociendo el almíbar
El fabricante indica la cantidad de azúcar necesaria según los litros obtenidos. En nuestro caso (12 litros) empleamos 75 grms. de azúcar integral de caña disuelta en 300 ml. de agua. Podéis usar otros azúcares (blanquilla, dextrosa, miel, etc…). Ponemos en un cazo el agua y el azúcar y hervimos hasta que se disuelva bien. Luego lo apartamos del fuego, lo tapamos y lo ponemos a enfriar. Una vez frío (bastará con que esté a 22º-27º) lo echamos en nuestro cubo limpio.
Con mucho cuidado para no remover las levaduras «caídas en combate», pasamos el mosto del fermentador al cubo de embotellado. Ahora nos queda todo el proceso de embotellado. Adaptamos la válvula de llenado al grifo y vamos llenando cada botella.
 
Pasamos el mosto del fermentador a la cuba de embotellado, con mucho cuidado
 
NOTA IMPORTANTE: si leéis por ahí, veréis que no se recomiendan botellas de usar y tirar, que son las que podemos conseguir más fácilmente. Advierten esto porque el vidrio de estas botellas es más fino que el de las retornables, y como vamos a generar CO2, corremos el riesgo de que estallen. No obstante, si seguís estas indicaciones, no os pasará nada. Nosotros no hemos perdido ninguna botellas hasta ahora.
 
Nuestra primera botella
Nosotros usamos botellas de 50 cl. porque son más resistentes y porque nos gustan las cervezas grandes… Bromas aparte, lo que tenéis que tener en cuenta es el límite de llenado de cada botella. Recomiendan dejas dos dedos desde el borde para que se acumule ahí el dióxido de carbono, pero por seguridad, nosotros dejamos 3 dedos o 3 y medio. Puede parecer que desperdiciamos cerveza, pero al ser una botella grande no nos importa.
 
A medida que llenamos, vamos poniendo las chapas con la máquina incluida en nuestro kit. Las colocamos en vertical en un sitio aislado y un tanto oscuro y las dejamos reposar durante 3 semanas como mínimo. Cuanto más tiempo, mejor. Nosotros tuvimos el atrevimiento de catar una a las dos semanas y nos decepcionó un poco. Abrimos otra a las tres semanas y la cerveza había mejorado de manera impresionante. Y a la cuarta semana hice una cata con unos amigos del trabajo y aún había mejorado más. Se había «redondeado». Su sabor era más complejo. Así que no tengáis prisa. El tiempo debe hacer su trabajo.
 
¡A reposar!
Pero no tenéis que esperar de brazos cruzados. Nosotros hemos aprovechado ese tiempo de espera para diseñar una etiqueta molona y pensar en la siguiente producción. Además, eso de tener una etiqueta propia es muy gratificante. Cuando ves la botella al lado de otras de manufactura comercial, piensas: ¡pues la mía no tiene nada que envidiar a las demás!
 
Es muy interesante llevar un registro de todos los valores de la cerveza para así poder ver si hay algún fallo y, sobre todo, para poder repetir el proceso y que salga la misma cerveza y no otra distinta. Es como cocinar y anotar la receta.

 

Todos los datos del proceso de elaboración
 
 
 
 
 
 
 
Terminada. Lista para enfriar y disfrutar con amigos
 

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